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Amigos, Jesús pregunta en el Evangelio de hoy: «¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿acaso no deja las noventa y nueve en los montes, y se va a buscar a la que se le perdió?». Pues, ¡por supuesto que no! Ningún pastor que se respete pensaría hacer algo así jamás. Si fueras un pastor, achicarías tus pérdidas. Esa oveja probablemente esté muerta de todas formas si deambuló lo suficientemente lejos. 

Pero debemos comprender que Dios es como un pastor loco. El amor de Dios se lanza sin pensarlo dos veces para buscar a la oveja perdida. Podríamos pensar que Dios es bueno con aquellos que son buenos, y amable con aquellos que siguen sus mandamientos. Mientras que aquellos que no lo siguen, los que deambulan lejos, están sencillamente perdidos. Dios podría darles unos pocos minutos, pero después los dejaría solos. 

Pero no; más bien Dios es como un pastor fuera de lo común. Dios ama irracionalmente, arriesgando todo con entusiasmo por encontrar al único que ha deambulado lejos. Qué buena noticia: Dios no ama de acuerdo a nuestros términos de justicia, sino que nos ama sin límites.