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Amigos, en el Evangelio de hoy leemos acerca de los dos discípulos que se encuentran con Jesús en el camino a Emaús. Él les pregunta qué están discutiendo y uno de ellos le brinda toda la información.

Entonces Jesús les dice: “¡Hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas!”. Luego relató para ellos toda la historia bíblica en lo que se refería a Él, mostrando cómo culmina en el Mesías que se ofrece en sacrificio para la salvación del mundo.

Cuando se acercaron al pueblo al que se dirigían, Jesús “hizo ademán de seguir adelante”, pero ellos insistieron para que se quedara. Luego, sentándose con ellos a la mesa, “tomó pan, dijo la bendición, lo partió y se los dio”. Repitiendo los grandes gestos de la Última Cena, Jesús les hace presente el sacrificio de la Cruz.

Los temas del banquete sagrado y el sacrificio que hizo posible el banquete se entrelazan y resumen la historia de Israel que Él les había narrado en el camino. En ese momento, cuando las Escrituras, la comida y el sacrificio se combinan en una coherente unión, lo reconocieron; y allí Él se vuelve realmente presente para ellos.