Please ensure Javascript is enabled for purposes of website accessibility

Amigos, nuestro Evangelio de Pascua contiene el magnífico relato de la Resurrección de San Juan.

Tres lecciones claves se desprenden de este hecho inquietante que es la Resurrección. Primero, este mundo no es todo lo que hay. La Resurrección de Jesús de entre los muertos muestra del modo más definitivo posible que Dios está tramando algo más grande de lo que habíamos imaginado. No tenemos que vivir como si la muerte fuera nuestra dueña y como si el nihilismo fuera el único punto de vista coherente. De hecho, podemos comenzar a ver este mundo como un lugar de gestación hacia algo más elevado, más permanente, más espléndido.

Segundo, los tiranos saben que se les acabó. Recordemos que la cruz fue la forma en que Roma hizo valer su autoridad. Pero cuando Jesús resucitó de entre los muertos por el poder del Espíritu Santo, los primeros cristianos sabían que los días del César estaban contados. La interpretación de la Resurrección como un evento subjetivo o mero símbolo es exactamente lo que desean los tiranos del mundo, ya que no representa una amenaza real para ellos.

Tercero, el camino de la salvación ha sido abierto para todos. Jesús descendió completamente, pasando por el dolor, la desesperación, la alienación, incluso el abandono de Dios. Él fue tan lejos como uno puede alejarse del Padre. ¿Por qué? Para llegar a todos aquellos que se habían alejado de Dios. A la luz de la Resurrección, los primeros cristianos supieron que, incluso cuando nos alejamos lo más rápido que podemos del Padre, nos topamos con los brazos del Hijo.

No debilitemos estas sorprendentes lecciones sobre la Resurrección. Más bien, permitamos que nos movilicen, nos cambien y nos enciendan.