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Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús predice su muerte en la Cruz.

Estamos destinados a ver en esa Cruz no sólo una exhibición de violencia, sino más bien nuestra propia fealdad. ¿Qué fue lo que condujo a Jesús a la cruz? Estupidez, ira, desconfianza, injusticia institucional, traición, negación, crueldad indescriptible, chivo expiatorio, miedo, etc. En otras palabras, todas nuestras disfuncionalidades se revelan en esa Cruz.

Todo ello tan horrible. Pero no podemos dejar la historia sólo en ese momento. Dante y cualquier otro maestro espiritual saben que el único camino hacia arriba empieza abajo. Si vivimos en una oscuridad conveniente, sin darnos cuenta de nuestros pecados, nunca haremos ningún progreso espiritual. Necesitamos de la luz, por dolorosa que sea. Y entonces podemos empezar a elevarnos.

En la Cruz de Jesús, nos encontramos con nuestro propio pecado. Pero también encontramos la misericordia divina que ha tomado ese pecado sobre Sí misma y lo ha absorbido. En esa Cruz hemos encontrado el camino hacia arriba. Queremos sostener esa cruz que se consideró demasiado horrible para mirar. Queremos abrazar y besar la fuente misma de nuestro dolor.