Amigos, el Evangelio de hoy cuenta la historia de la masacre de los niños inocentes por parte de Herodes, que nos recuerda, por supuesto, el asesinato de los hijos varones hebreos por parte del Faraón al momento del nacimiento de Moisés.
John Courtney Murray ha comentado que un motivo principal de los Evangelios es una creciente agon (lucha) que caracteriza la vida de Jesús. Desde el principio Jesús encuentra oposición. Herodes tiembla de miedo por su nacimiento y luego intenta de la manera más brutal posible acabar con Él, obligando el exilio de su familia. Y desde el inicio de su ministerio público despierta una feroz oposición, tanto de los poderes cósmicos como de los representantes de la clase dirigente religiosa. A medida que la narrativa progresa, la guerra solo se vuelve más intensa, la violencia verbal da paso a amenazas de daño físico y finalmente a la violencia institucional que culmina con la crucifixión.
El significado teológico de esta lucha queda claro en el discurso de Pedro a las multitudes reunidas en los recintos del Templo después de Pentecostés: “Rechazaste al Santo y al Justo . . . y mataste al Autor de la vida, a quien Dios resucitó de entre los muertos”. La oposición a Jesús es un juicio divino sobre la disfunción del mundo.