Amigos, el Evangelio de hoy nos trae la desafiante parábola de los talentos. Un hombre se va de viaje, pero antes de partir le confía su dinero a tres de sus sirvientes. A uno le da cinco talentos, al segundo le da dos y al tercero le da uno.
El primero negocia los cinco talentos. Lo mismo hace el segundo, y ambos reciben un buen retorno en su inversión. El tercero cautelosamente entierra su talento. Cuando el dueño vuelve del viaje, felicita a los primeros dos y les da mayores responsabilidades, pero al tercero lo reprende.
A Jesús le gustaba usar ejemplos tomados del mundo de los negocios. Y especialmente le agrada esta dinámica de la inversión como modelo de la vida espiritual. La razón es clara: Dios existe en forma de regalo. Por ello, si quieres Su vida en ti debes aprender a darla. Piensa en los talentos como todo lo que has recibido de Dios: vida, aliento, ser, y capacidades. Vienen de Dios y por lo tanto son un regalo. Si te aferras a ellos, de la manera que lo hizo el tercer sirviente, no crecerán; sino que, de hecho, se marchitarán.