Amigos, hoy reflexionamos sobre el significado de la conversión de San Pablo. El encuentro de Pablo en el camino a Damasco fue una respuesta a esta pregunta: ¿Cuándo Dios reuniría a las naciones y por medio de Israel llevaría su gobierno a todo el mundo? Cuando Pablo se encontró con Jesús, se dio cuenta que las promesas de Dios se habían cumplido, que las expectativas de los profetas se habían cumplido, pero ciertamente de una manera inesperada y extraordinaria.
Sabía, por su tradición, que Dios, a través de Israel, liberaría al mundo del pecado, uniría a las naciones y establecería la paz y la justicia en todas partes. Esa fue siempre la esperanza. La versión habitual de esa esperanza era algo así como un gobernante militar y político vengativo como Salomón o David, o un gran legislador y líder como Moisés.
Lo que Pablo vio en Jesús fue alguien más grande que Moisés, Salomón, o David—y alguien totalmente inesperado. ¿Está Dios estableciendo su justicia, su orden correcto, y su camino a través de un criminal crucificado y resucitado, que ahora regresa de entre los muertos? El perdón, la compasión, la no violencia, ¿nada que ver con la muerte? Esta es la justicia de Dios, la cual juzga a todos los reinos y poderes del mundo.