Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús nos brinda la parábola en la que compara el construir sobre roca o arena. ¿Cuáles son precisamente los cimientos que sostienen toda tu vida?
Tu corazón es tu centro profundo, el lugar donde eres más auténticamente tú mismo. Ese es tu punto de contacto con Dios. Allí encontrarás las energías que sustentan las otras áreas de tu vida: la parte física, psicológica, emocional, relacional y espiritual.
Si estás arraigado en Dios, en tu corazón, entonces seguirás las intenciones y mandamientos de Dios, y podrás resistir cualquier cosa. Pero esto no significa que si seguimos los mandamientos de Dios los vientos y las inundaciones no vendrán.
En la parábola de Jesús, los dos constructores, el que sigue los mandamientos de Dios y el que no lo hace, experimentan las lluvias e inundaciones que simbolizan las pruebas, tentaciones y dificultades que aparecen en la vida. Pero si el centro de tu vida está vinculado con Dios —el poder que está aquí y ahora creando el cosmos—, entonces pueden venir tormentas e inundaciones, pero no te destruirán.
