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Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús nos hace notar cómo las personas compiten por el lugar más alto en un banquete. Entonces, ¿qué es lo que hace Jesús? Se da cuenta de cómo este juego bloquea la intención de Dios para su pueblo y se esfuerza entonces por interrumpirlo. Lo que se busca con la parábola es que tengamos el valor de no jugar el juego del honor.

Cuando el instinto te dice que debes ocupar el lugar más alto, debes en realidad buscar el lugar más bajo, el lugar donde es menos probable que te noten. ¿Qué pasaría si intentaras esto en el campo deportivo, en el trabajo, en tu familia, entre tus amigos? Sería cómo deshacerse de una adicción.

Luego va más allá. A veces invitamos gente a fiestas o somos amables con ellos en busca de reciprocidad. Entonces, el Señor nos dice, no invites a personas que puedan retribuir; no seas amable con las personas que probablemente lo sean contigo. Ama a tus enemigos; invita a los pobres, los olvidados, los sin techo.

La búsqueda del honor es una adicción como cualquier otra. No hace posible lo que Dios quiere para nosotros. Oremos para obtener la gracia de liberarnos de esta adicción.