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Amigos, el tema central del Evangelio de hoy es la historia de la hemorroísa. Para poder comprender el poder de este Evangelio tenemos que familiarizarnos antes con las actitudes y conductas judías respecto de lo puro y lo impuro. En el Levítico encontramos prescripciones cuidadosamente diseñadas que tratan sobre animales, plantas, alimentos, y situaciones que son impuras. Estas prescripciones eran entendidas como algo que identificaba a los judíos como grupo de personas. Pero también tenían un serio aspecto negativo ya que ubicaban a ciertas personas en situaciones extremadamente difíciles.

Tener flujo de sangre durante doce años significaba que durante todo ese período de tiempo esta mujer de nuestro Evangelio había sido una paria o marginada social.

Al tocarlo a Jesús tendría que haberlo convertido en impuro. Pero tan grande es su fe que cuando lo toca, ella se vuelve limpia. Jesús la restaura efectivamente a la plena participación en su comunidad.

La consecuencia más importante es esta: Jesús implícitamente pone fin al código ritual del Levítico. La identidad de la nueva Israel, la Iglesia, no será ya a través de conductas rituales sino a través de imitarlo a Él.