Amigos, en el pasaje del Evangelio de hoy vemos la misericordia de Jesús hacia el hombre ciego como un sello distintivo de Su ministerio. Jesús viene como sanador, salvador, inaugurador del reino. Él es la encarnación de la esperanza. Jesús quería conectar el sufrimiento humano con la fuente misma de la vida y la salud. La energía de Dios fluye a través de Él hacia los necesitados.
Me doy cuenta de que Ustedes se pueden estar haciendo la siguiente pregunta: “Bueno, ¿por qué simplemente no cura a todos, entonces?” La respuesta obviamente está envuelta en el misterio de la voluntad de Dios, pero el punto importante es este: Jesús es sanador en muchos sentidos, fundamentalmente en el sentido de sanar del pecado y la muerte, no solo de las enfermedades físicas. Lo que aparece históricamente en Jesús es una anticipación escatológica, una pista o un presagio de lo que vendrá en el tiempo de Dios y en Su Reino eterno.