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Amigos, hoy celebramos la fiesta de nuestros Ángeles custodios. ¿Por qué Dios manda estos mensajeros espirituales a ayudarnos? Santo Tomás de Aquino dice que, a cada uno de nosotros, debido a nuestra naturaleza caída, se nos ha asignado un guía celestial. Pero ¿es todo esto especulación y conjetura? 

Unas de mis historias favoritas acerca de los Ángeles es esta: dos pilotos relativamente inexpertos se encontraban perdidos un día de neblina. No consiguieron hacer contacto con el aeropuerto a pesar de haber intentado desesperadamente. Entonces uno de ellos se puso a rezar pidiendo protección. 

Justo a tiempo, una voz resquebrajada apareció en la radio. La persona se identificó como el controlador de tráfico aéreo de un pequeño aeropuerto. A través de instrucciones muy precisas guió a los dos pilotos a través de la niebla hasta llegar a la pista de aterrizaje de ese aeropuerto. 

Una vez que llegaron, y para su sorpresa, descubrieron que ese aeropuerto estaba cerrado y que no había nadie atendiendo la torre de control. ¿Una extraña coincidencia? ¿Una feliz casualidad? O quizás, ¿una señal de protección por un poder que está en un orden más alto de perfección ontológica? Como ustedes saben, historias como esta salen a la luz cuando a la gente se le da la oportunidad de compartirlas.