Amigos, en el Evangelio de hoy, vemos a Herodes interesado y confundido por Jesús. Los gobernantes no lucen bien en el Nuevo Testamento. En el relato de la Navidad de Lucas se compara a César Augusto de manera muy desfavorable con el niño Jesús. Y en la narrativa de Mateo, ese niño es perseguido por un Herodes desesperado. Más tarde, el hijo de Herodes persigue a Juan el Bautista y al mismo Jesús. Más aún, en todos los Evangelios las autoridades judías aparecen como corruptas.
Poncio Pilato es un típico gobernador romano: eficiente, preocupado por el orden, y brutal. Como los demás gobernantes de la época, percibe a Jesús, con suficiente razón, como una amenaza. “¿Entonces eres un rey?” Pilato pregunta. Jesús dice: “Mi reino no es de este mundo”.
Esto no significa que Jesús no se preocupe por la realidad política, de los intereses “de este mundo”de la justicia, la paz y el orden. Cuando se habla de que su reino no pertenece al “mundo” es el lado negativo de ese término. Entonces el “mundo” es el reino del pecado, el egoísmo, el odio, la violencia. Lo que está diciendo es que su forma de ordenar las cosas no es la que usan los poderes mundanos como Pilato, César y Herodes.