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Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús presenta a un niño como modelo para los discípulos que quieren ser importantes. Jesús dice a los discípulos lo que le sucederá en Jerusalén, cómo será rechazado, torturado y asesinado. Ajenos a esto, los discípulos estaban discutiendo quién de ellos era el más importante. Para Jesús, el camino a la grandeza se encuentra en el camino al Calvario, un amor que se olvida de sí mismo; para los discípulos, y para la mayoría de las personas de todas las edades, se encuentra en el camino a inflar el ego.

¿Cuál es el antídoto? Un niño se propone como una especie de ícono vivo para estos ambiciosos Apóstoles. Primero notamos cómo Jesús se identifica físicamente con el niño, sentándose a su nivel y colocando los brazos sobre él. Es como si dijera que Él mismo es un niño. ¿Por qué es esto? Porque los niños no saben cómo disimular, cómo ser de una manera y actuar de otra. Ellos son lo que son; actúan de acuerdo con su naturaleza más profunda.

¿Por qué esta historia sobre la identificación de Jesús con los niños fue preservada en todos los Evangelios sinópticos? De alguna manera, se acerca al corazón de la vida y el mensaje de Jesús.