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Amigos, hoy celebramos la fiesta de San Mateo, y nuestro Evangelio nos cuenta acerca de su conversión. El relato lacónico detalla cómo es la transición de la muerte espiritual a la vida espiritual. Primero, notamos la mirada de Jesús. Si hay un tema que está claramente expuesto en el Nuevo Testamento es aquel de la primacía de la gracia. 

¿Por qué? No sabemos. Sólo sabemos que no seremos nosotros mismos los que nos elevemos a la plenitud espiritual. Una mirada de afuera sobre nosotros ha venido a encontrarnos. No es tanto entonces una búsqueda de Dios como permitir que seamos encontrados. 

Jesús le dice a Mateo: “Sígueme”. No hay nada en la vida cristiana más simple o básico que esto. Y esto es lo que nosotros, los discípulos hacemos: lo seguimos, caminamos detrás de Él, somos aprendices. “Se levantó y lo siguió”. Aquí el simbolismo es maravilloso. Levantarse, alzarse—anastasis, la misma palabra es usada para designar la Resurrección de Jesús de entre los muertos. La conversión (dar un vuelco) es también una elevación, un alzarse. 

Ir hacia Cristo es ir hacia una forma de vida más amplia, rica, y elevada. La vida no es simplemente los placeres y bienes del cuerpo; la vida es vivida en, y a través de, Dios.