Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús nos explica la parábola del sembrador. Estudiemos entonces cada parte de la explicación.
La semilla que cae en el camino es “alguien que oye la Palabra del Reino y no la comprende, viene el Maligno y arrebata lo que había sido sembrado en su corazón”. Esto significa que podemos terminar sin acceder a Dios porque nos falta educación en los aspectos del Espíritu.
La semilla que cayó sobre terreno pedregoso es “el hombre que, al escuchar la Palabra, la acepta en seguida con alegría, pero no la deja echar raíces, porque es inconstante”. Cuando aparecen las dificultades y persecuciones se pierde confianza.
“La semilla entre las espinas es el hombre que escucha la Palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas la ahogan, y no puede dar fruto”. Algunas personas escuchan la palabra, pero luego son incapaces de mantener el foco y sentido de priorización.
A partir de estas tristes situaciones podemos interpretar lo necesario para un buen terreno. Cuando entendemos la fe, cuando nos tomamos tiempo para leer teología, estudiamos las Escrituras; cuando perseveramos, nos disciplinamos, y practicamos la fe; cuando ponemos nuestras prioridades en orden; entonces la raíz de la semilla crecerá en nosotros. Y producirá fruto, ya sea treinta veces, sesenta veces, o cien veces.