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Amigos, en el Evangelio de hoy el Ángel Gabriel revela a María que ella tendrá un Hijo que reinará sobre el trono de David.

Como trasfondo, tengan en cuenta que Dios había prometido que el trono de David duraría para siempre, pero su linaje se había cortado aparentemente en el 587 A.C. Seiscientos años más tarde, Gabriel se le apareció a María, que estaba comprometida con un hombre llamado José, de la casa de David.

Al saludarla como “llena de gracia”, el Ángel anuncia que concebirá en su vientre y tendrá un hijo. “Será grande y será llamado Hijo del Altísimo”. Luego viene la sorpresa que habría dejado sin palabras a cualquier judío del siglo primero escuchando esta historia: “El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin”.

Lo que parecía haber llegado a su fin, de hecho había pasado a la clandestinidad, ahora estaba listo para aparecer plenamente a la luz. La línea real de David no había en realidad sido cortada, y ahora iba a revelar todo el significado de la promesa de Dios.