Please ensure Javascript is enabled for purposes of website accessibility

Amigos, el Evangelio de hoy nos habla de un compromiso grande entre Jesús resucitado y Pedro. Pedro conoce su pecado: lo traicionó a Jesús tres veces. Pero Jesús lo lleva a través de un proceso de arrepentimiento y brinda la clave para la transformación. Tres veces Pedro negó al Señor, y tres veces Jesús le pide que reafirme su fe: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?”. Noten que el cristianismo no es un conjunto de ideas, convicciones o principios. Es una relación con una persona. ¿Amas a Jesús? ¿Es Él tu amigo?

Cuando Simón dice que sí, Jesús lo pone a prueba: “Apacienta mis corderos; apacienta mis ovejas; apacienta mis ovejas”. La prueba del amor es la acción. ¿Estamos dispuestos a hacer lo que hizo Jesús? ¿Estamos dispuestos a misionar en Su Nombre?

Luego escuchamos esa maravillosa frase de cierre: “Te aseguro que cuando eras joven tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras”. La prueba definitiva del discipulado es nuestra disposición a abandonar el ego propio y dejarnos llevar por un poder superior a nosotros mismos.