Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús ora por la unión con Él y con los demás. La Iglesia es una porque su fundador es uno. Jesús nos obliga a elegir precisamente porque habla y actúa en la misma persona de Dios. Jesús no puede ser un maestro entre muchos, por lo tanto aquellos que caminan Su camino deben estar exclusivamente con Él.
Joseph Ratzinger (que luego será el Papa Benedicto XVI) comentó que las primeras palabras del Credo de Nicea, “Creo en un Dios”, es una declaración subversiva porque automáticamente excluye a cualquier rival que reclame tal lugar. Decir que uno acepta solo al Dios de Israel y a Jesucristo es decir que rechaza en tal posición a cualquier ser humano, cultura, partido político, forma artística o conjunto de ideas.
Un cristiano, diría, es alguien que al nivel más fundamental de su ser está centrado en un único Dios en Jesucristo. Esto ayuda a explicar por qué, en la última noche de Su vida terrenal, mientras estaba sentado cenando con Sus discípulos, que eran el corazón de la Iglesia, Jesús oró diciendo: “No ruego solamente por ellos, sino también por los que, gracias a sus palabras, creerán en Mí. Que todos sean uno . . .”