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Amigos, hoy es la Solemnidad de la Ascensión del Señor. Después de la Resurrección, Jesús continuó apareciéndose a los discípulos por un tiempo—el marco bíblico estándar de cuarenta días—y luego llegó a su fin. La Ascensión de Jesús señala el final definitivo de estas apariciones posteriores a la Resurrección y el comienzo del actuar de Jesús desde la esfera propiamente Celestial. 

Es crucial recordar que este distanciamiento de ninguna manera equivale a un abandono, sino más bien a una forma de intimidad aún más intensa. Moverse al Cielo, o a la forma divina de existencia, no es moverse a otro lugar sino a ese lugar de la existencia que se encuentra fuera del espacio. Paul Tillich se refiere a la Überräumlichkeit (más allá del espacio) de Dios e insiste en que esta trascendencia a cualquier espacio en particular implica la capacidad de estar presente en todo espacio. Esto es lo que queremos decir cuando mencionamos que Dios está “en todas partes”. 

Por tanto, decir que Jesús ha “subido” a tal esfera de existencia no es decir que se ha “ido”. Sino es afirmar, si puedo adoptar una metáfora militar, que ha viajado a un punto más alto de ventaja, donde puede ver todo el campo de batalla y dirigir las operaciones con mayor eficacia.