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Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús promete enviar al Espíritu Santo para acompañar a los discípulos. “Si ustedes me aman, cumplirán mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y Él les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes: el Espíritu de la Verdad”.

Justo un momento antes Jesús se había identificado como la Verdad y, esencialmente en unidad con el Padre. Así encontramos en esta primera referencia al “Abogado”, el parakletos, una fórmula proto-Trinitaria bastante clara. Como Jesús refleja el ser del Padre, este tercero parece reflejar la mutualidad de Jesús y el Padre, ya que ambos están involucrados en su envío.

El papel del Parakletos es animar a la Iglesia ya que Jesús, al menos en el sentido ordinario, está a punto de dejarlos. Más precisamente, guiar a los seguidores de Jesús a la plenitud de la Verdad, manteniendo una vibrante continuidad con el Señor y, por lo tanto, con el Padre:

“El Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho”. Observen la compacta co-inherencia que se nota entre los tres, una unidad en la otra a la cual la Iglesia misma está siendo invitada.