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Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús dice: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Entonces, o bien Jesús es quien dice ser (en cuyo caso estamos obligados a darle toda nuestra vida) o es un loco (en cuyo caso deberíamos estar en contra). 

No hay lugar, como claramente lo expresa CS Lewis, para una posición media blanda, como considerar que, aunque no sea divino, es un hombre bueno, amable y sabio maestro de ética. Si no es quien dice ser, entonces no es admirable en absoluto.

Así, Jesús nos obliga a elegir de una manera que ningún otro iniciador de una religión lo ha hecho antes. El Buda afirmó haber encontrado un camino que quería compartir con sus seguidores, pero Jesús dijo: “Yo soy el camino”. Mahoma dijo que, a través de él, la verdad divina se había comunicado al mundo, pero Jesús dijo: “Yo soy la verdad”. Confucio sostuvo que había descubierto una forma de vida nueva y edificante, pero Jesús dijo: “Yo soy la vida”. Y entonces, o estamos con Jesús o en contra. Ningún otro ha requerido tal elección de modo tan claro como lo hace Jesús.