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Amigos, el Evangelio de hoy nos habla sobre la visita de María a Isabel. Siempre me ha fascinado la “prisa” que llevaba María en esta historia de la Visitación. Al escuchar el mensaje de Gabriel sobre su propio embarazo y también el de su prima, María “se apresuró a ir a la región montañosa de Judá” para ver a Isabel.

¿Por qué ella fue con tanta rapidez y propósito? Porque ella había encontrado su misión, su rol en el teo-drama. Hoy estamos dominados por el ego-drama con todas sus ramificaciones e implicaciones. El ego-drama es la obra que yo estoy escribiendo, produciendo, dirigiendo y protagonizando. Vemos esto absolutamente en todas partes de nuestra cultura. La libertad de elección reina suprema: me convierto en la persona que elijo ser.

El teo-drama es la gran historia contada por Dios, la gran obra dirigida por Dios. Lo que hace que la vida sea emocionante es descubrir tu papel en ella. Esto es precisamente lo que sucedió a María. Ella había encontrado su papel —de hecho, un papel culminante— en el teo-drama, y quiere compartirlo con Isabel, quien también ha descubierto su rol. Al igual que María, debemos encontrar nuestro lugar en la historia de Dios.