Please ensure Javascript is enabled for purposes of website accessibility

Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús nos dice que los días en Su segunda venida serán como los días de Noé. Entonces, nos preguntamos ¿qué era lo que andaba mal en los días de Noé? La respuesta bíblica es el pecado —es decir, la disfunción humana— y más precisamente el rechazo a los propósitos que Dios asignó a los seres humanos, que se convirtieron en malos administradores de la creación y malos sacerdotes, cayendo en una violencia impulsada por el ego y la adoración a falsas deidades. El resultado fue el Diluvio.

Pero Dios realiza lo que a lo largo de la historia de la salvación continuará haciendo: envía una operación de rescate. Encontró a la única persona justa que quedaba y le dio una tarea muy extraña. Noé debe haber sido el hazmerreír de sus contemporáneos construyendo un barco enorme en medio del desierto.

En el arca hay representantes de todas las especies animales, así como también Noé y su familia. Una vez más, vemos que la visión de la Biblia está profundamente integrada. La salvación nunca es una cuestión de arreglar las cosas para los seres humanos. Tiene implicaciones en toda la creación.

Precisamente por eso los Padres de la Iglesia vieron a Noé como un tipo de Cristo y el arca de Noé como un templo, como la Iglesia.