Amigos, en este tercer domingo del tiempo ordinario, quiero hablarles sobre paredes y puentes. Existe una tendencia hoy día a ser simplista, parcial sobre las paredes y puentes: las paredes son malas, mantienen a la gente fuera, mientras que los puentes son geniales y establecen conexiones. Pero se necesita a ambos, muros y puentes —ambos, identidad y relevancia; ambos, la Palabra y la Palabra proclamada— para vivir correctamente el Cristianismo.
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