Amigos, la primera y segunda lecturas de este domingo nos muestran de un modo hermoso los dos lados de la doctrina social de la Iglesia: el balance entre el reconocimiento del poder político, económico y social; y la crítica del abuso del poder. No deberíamos demonizar a nuestros líderes; rezamos por ellos y reconocemos su importancia. Pero tampoco deberíamos divinizarlos; somos profundamente conscientes de las formas en que el poder puede ser corrupto.
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