Amigos, regresamos al tiempo ordinario y este domingo escuchamos la maravillosa historia de la fiesta de bodas de Caná, del Evangelio de Juan. Es como si, al comenzar el año litúrgico ordinario, tuviéramos que ver todo a través de los lentes de esta lectura. La Iglesia la prepara con nuestra primera lectura del profeta Isaías, quien habla del deseo de Dios de desposar a su pueblo. Jesús, en su propia persona, es el matrimonio de divinidad y humanidad, y por lo tanto es simbólicamente adecuado, que el primero de sus signos tenga lugar en una boda.
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