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Amigos, ¡qué maravillosas son las lecturas de Pascua! Tan llenas de profundidad teológica, tan ricas espiritualmente, tan marcadas por la alegría.

A la luz de la Resurrección, sabemos que la intención más profunda de Dios para con nosotros es la vida, y una vida al máximo. Él no quiere que la muerte tenga la última palabra; Él quiere la renovación de los cielos y la tierra.

Por ello, debemos dejar de vivir en un espacio intelectual y espiritual de muerte. Tenemos que dejar de vivir intelectualmente en un mundo dominado por la muerte y el miedo a ella. Tenemos que ajustar nuestra actitud y así responder adecuadamente a lo que Dios realmente pretende de nosotros y del mundo.

Aunque rara vez lo admitimos, vivimos atormentados por la muerte. El miedo a ella se cierne sobre nosotros como una nube y condiciona nuestros pensamientos y acciones. ¿Y si realmente, en el fondo, creyéramos que la muerte no tiene la última palabra? ¿Viviríamos con tal temor, en ese espacio espiritual tan estrecho? ¿O veríamos que la protección de nuestro ego no debería ser la preocupación número uno de nuestra existencia?