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Amigos, hoy Jesús se refiere a sí mismo como “Yo Soy”, el nombre que Dios reveló a Moisés. Reflexionemos entonces sobre este episodio del Éxodo. Mientras cuidaba ovejas en una región montañosa, Moisés ve algo extraño. Un Ángel del Señor se le aparece entre las llamas, ardiendo en un arbusto. Dios lo ve y lo llama por su nombre: “¡Moisés, Moisés! Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”. Este es un Dios muy familiar, uno que conoce los antepasados de Moisés.

Moisés se atreve a preguntar, “cuando me pregunten cuál es su nombre, ¿qué les voy a responder?”. Dios dijo a Moisés: “Mi nombre es Yo-soy”. ¿Qué significa eso? Dios está diciendo, en esencia, “No puedo ser definido, descripto o delimitado. No soy un ser, sino más bien el puro acto de ser en sí mismo”.

“Esto les dirás a los israelitas: ‘Yo-soy me envía a ustedes’”. El puro acto de ser en sí mismo no se puede evitar, y no se puede controlar. Solo podemos someternos a él en la fe. ¡Qué impactados y extrañados deben haberse sentido los que oían a Jesús cuando Él tomó este nombre para sí mismo!