Amigos, en el Evangelio de hoy vemos cómo la predicación de Jesús causaba divisiones. Algunos oyentes creían, pero otros querían arrestarlo.
La vida, la predicación y la misión de Jesús están basadas en la premisa de que no todo está bien con nosotros, que necesitamos una renovación de nuestra visión, actitud y comportamiento. Hace unas décadas atrás apareció un libro titulado Yo Estoy Bien, Tú Estás Bien. La actitud que el libro ilustra y su mismo título son contrarios al Cristianismo.
A menudo se pasa hoy por alto la realidad del pecado. Miren, nadie jamás ha disfrutado de ser acusado de pecar, pero especialmente en nuestra cultura de hoy hay una alergia a admitir nuestras fallas personales.
Una religión de salvación no tiene sentido si todo está básicamente bien con nosotros, si todo lo que necesitamos es acicalar un poco los bordes. Los santos Cristianos son aquellos que pueden soportar la horrible revelación de que el pecado no es simplemente una abstracción o algo con lo que otras personas luchan, sino un poder que acecha y opera en ellos.
Cuando perdemos de vista al pecado, perdemos de vista el Cristianismo, que es una religión de salvación.