Amigos, en el Evangelio de hoy la madre de Santiago y Juan le pide a Jesús, en nombre de ellos, que sean honrados en su reino.
Jesús atiende pacientemente el pedido y trata de aclarar y redirigir el mismo. Llega entonces la respuesta final: “En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre”.
El Padre ha preparado este lugar para alguien que reinará con Jesús cuando venga en su gloria. El Viernes Santo por la tarde el buen ladrón se dirigió al Jesús crucificado e hizo un pedido similar al de Santiago y Juan: “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino”. Y Jesús le respondió: “En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el Paraíso”.
Este criminal crucificado estaba en la misma situación que Santiago y Juan, en lo que su ingenua ambición deseaba. El que bebió de la misma copa del sufrimiento de Jesús tuvo el privilegio de reinar con Él. Que no haya límite para tu ambición, siempre y cuando te lleve a ese lugar junto al Cristo crucificado.