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Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús va a Galilea y comienza a predicar. Las primeras palabras que salen de su boca, tal como las relata Marcos, sirven como una especie de declaración resumida de su vida y obra: “El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia”.

Ha llegado el momento, el tiempo privilegiado, el kairos; algo que los seres humanos han estado anhelando, luchando y esperando ver, ha aparecido y ahora es el momento de tomar una decisión, de actuar. Las primeras palabras de Jesús son un llamado de atención, una campana de advertencia en la noche, una llamada de atención. Este no es el momento de estar dormido, no es el momento de languidecer en complacencia y autosatisfacción, no es el momento de tácticas dilatorias, de demoras y dudas.

En la liturgia bizantina encontramos un constantemente repetido llamado a “estar atentos”, y en la tradición budista se pone un gran énfasis en la vigilia. En la ficción de James Joyce, a menudo encontramos que los momentos de percepción espiritual están precedidos por un gran trueno, la alarma cósmica que sacude a los personajes (y al lector) hasta hacerles estar completamente despiertos. Las palabras iniciales del primer sermón de Jesús son una invitación similar a la conciencia psicológica y espiritual: ¡hay algo que ver aquí, así que abre los ojos!