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Amigos, en el Evangelio de hoy el Señor establece las condiciones para el discipulado. Él hace esta demanda: “Porque el que quiera salvar su vida, la perderá y el que pierda su vida por Mí, la salvará”.

Notemos por favor que esto no es simplemente una cuestión de aceptar el sufrimiento que ocurre en la vida de cada uno. Esto no es simplemente una renuncia estoica. Jesús nos dice enérgicamente que tomemos nuestras cruces, que las busquemos, que las carguemos como Él cargó voluntariamente la suya. Lo que Jesús hizo en la Cruz fue soportar la carga del pecado del mundo. Llevaba la carga de otros en Su amor. Y esto es lo que debemos hacer nosotros: buscar de manera vigorosa y proactiva formas de aligerar el peso que llevan otras personas.

Dietrich Bonhoeffer comentó que cuando el Señor convoca a una persona al discipulado, llama para que venga y muera. Cuando el ciego Bartimeo recupera la visión, como narra el Evangelio de Marcos, sigue luego a Jesús por el camino que lo llevaría al Calvario. El camino de la vida cristiana comienza y termina con un hombre que es Dios muriendo en una cruz.