Please ensure Javascript is enabled for purposes of website accessibility

Amigos, el Evangelio de hoy insiste en que debemos persistir en la oración. El Señor quiere que pidamos con persistencia, incluso con obstinación.

Ahora bien, no debemos pensar que Dios se exaspera con nuestras oraciones de petición, pues hay una clara indicación que obtendremos lo que pedimos a través de la persistencia: “Pide y te será dado; busca y encontrarás; golpea y la puerta se te abrirá”.

¿Cómo le damos sentido a todo esto? Para mí, la mejor explicación la ofrece San Agustín. Él dijo que Dios no siempre nos da de inmediato lo que pedimos, y de hecho, nos obliga a pedir una y otra vez. El Señor quiere hacernos extender, expandiendo nuestro deseo para recibir el regalo que desea darnos.

Si obtuviéramos todo lo que quisiéramos, de inmediato y sin esfuerzo, no apreciaríamos lo que recibimos, y realmente no seríamos capaces de recibirlo. Sería como vertir vino nuevo en odres viejas y encogidas, resultando en una pérdida tanto de la odre como del vino.

Entonces, si el regalo no llega de inmediato, no te desesperes; más bien, siente a tu alma expandiéndose en anticipación.