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Amigos, el Evangelio de hoy es la versión de Mateo sobre la oración Padre Nuestro. Quiero aquí reflexionar sobre los primeros versos. Qué maravilloso que esta oración viene directamente del mismo Jesús. Es como si la oración que les enseña resumiera el contenido de Su propia oración.

Llamamos a Dios “Padre” cuando oramos. Lo llamamos Abba, Papi. Jesús nos invita a compartir la misma intimidad que tiene con Su Abba. No solo imitamos la oración, como imitaríamos la de cualquier maestro espiritual; más bien, cuando oramos entramos en la dinámica de Su propio Ser.

“Santificado sea Tu Nombre”. Que tu nombre sea sagrado. Lo primero que pedimos es honrarlo, que lo tengamos primero en nuestras vidas, que lo separemos de todo lo demás. Trabajo, familia, dinero, éxito, de la estima de los demás, de nuestros amigos, todo es bueno, pero nada de eso debe considerarse santo en este mismo sentido.

Si nos equivocamos en esto, nos vamos a equivocar en todo lo demás. Si no consideramos Su Nombre sagrado sobre todo lo demás, todo se volverá profano.