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Amigos, el Evangelio de hoy nos exhorta a orar con persistencia. Esta directiva está en todas partes de la Biblia. Lo vemos en la constante petición de Abraham en nombre del pueblo de Sodoma. Lo vemos en la historia de hoy sobre la viuda persistente. Lo escuchamos en la enseñanza extraordinaria de Jesús: “Llamen y se les abrirá la puerta; busquen y encontrarán; pidan y se les dará”.

Una razón por la que no recibimos lo que queremos a través de la oración es que nos damos por vencidos demasiado fácilmente. ¿Qué es lo que podría estar detrás de esta regla para la oración? Agustín dijo que Dios a veces demora en darnos lo que queremos porque quiere que nuestros corazones se expandan. Mientras más ardientemente deseemos algo, mientras más preparados estemos para cuando llegue, más lo atesoraremos. El solo acto de pedir persistentemente es lograr algo espiritualmente importante. Entonces, aún cuando el Señor parezca ser lento en responder a tu oración, no debes rendirte nunca.