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Amigos, en el Evangelio de hoy el Señor nos advierte que debemos esperar persecuciones hasta el fin de los tiempos: “los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores”. ¿Cuándo dejará de ser perseguida la Iglesia? Cuando el Señor regrese y no antes.

Ninguno de los santos ha vivido una vida serena, una vida libre de preocupaciones, amenazas, persecuciones. Siempre me ha parecido extraño que, de algún modo, se asuma que quienes creen en Dios esperen que sus vidas sean un plato de cerezas. Absolutamente nada en la Biblia o en la gran tradición de la Iglesia nos lleva a esperar esto.

En cambio, los santos han encontrado coraje en la lucha. El Señor mismo prometió prepararlos para la defensa. “Yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir”. El coraje los ayudó a superar la negatividad. Me acuerdo de un verso de una canción de Eva Cassidy: “Ninguna tormenta puede sacudir mi calma más íntima, mientras me aferro a esa roca. Ya que el amor es Señor del Cielo y de la tierra, ¿cómo puedo evitar seguir cantando?”.