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Amigos, como el administrador en el Evangelio de hoy debemos regularmente tener una mirada firme sobre nosotros mismos. ¿Cuáles son nuestras fortalezas y debilidades? ¿Dónde necesitamos mejorar? ¿En dónde no estamos bien? ¿Es sólida nuestra vida de oración? ¿Frecuentamos los sacramentos? ¿Participamos de la Misa? ¿Se centran nuestras vidas en obras de misericordia corporal y espiritual? ¿Hablamos en contra de las injusticias y los males morales? 

Y, al igual que el administrador, debemos actuar con inteligencia, firmeza en el propósito y audacia. ¡Basta de una vida espiritual de buenos deseos! El tiempo de acción es ahora.  Comprométete hoy a hacer de Jesucristo el centro indiscutible de tu vida.