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Amigos, el Evangelio de hoy nos invita a seguir a Jesús por encima de todas las cosas. Lo central del mensaje es que Él es todo, es por quien una decisión total debe ser tomada.

Quiero considerar en particular cómo el hombre del relato evangélico responde al llamado del Señor sobre el discipulado. Jesús simplemente dice: “Sígueme”, y el hombre contesta: “Señor, déjame ir primero y enterrar a mi padre”. En ese momento, al igual que ahora, ¡nada parecería más razonable! Por supuesto, tienes que gestionar el funeral de tu propio padre. ¿Qué podría ser más importante, especialmente en una cultura centrada en la familia, como era la del antiguo Israel?

Jesús responde con un laconismo devastador: “Deja que los muertos entierren a sus muertos”. ¡Esta respuesta nos sorprende porque parece profundamente insensible! Viola todo sentido de la ética y el decoro que poseemos. Seamos honestos: si escucháramos esto de un maestro religioso, ¿no estaríamos tentados a dejarlo?

Pero aquí está el punto: Jesús no tiene nada en contra de las obligaciones familiares. Pero insiste en que nuestra relación con Él es más importante aún que las obligaciones más sagradas. Incluso lo más precioso debe desaparecer si queremos ponerlo en Él absolutamente primero.