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Amigos, nuestro Evangelio de hoy es la versión de Lucas acerca de las Beatitudes, la cual es menos conocida que la versión de Mateo pero realmente más contundente y enfocada. Todo gira en torno al desprendimiento, esa actitud espiritual tan decisivamente importante – apatheia según los padres griegos, indifferencia según San Ignacio de Loyola. El desprendimiento espiritual significa que no estoy aferrado a valores terrenales que han sido convertidos en sustitutos del bien fundamental que es Dios. 

¡Cuán claramente pone las cosas el relato de Lucas! Observen la primera beatitud en Lucas, un modelo para el resto: “¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece!” Qué tal si traducimos esto como, “cuán felices son ustedes si no están pendientes de las cosas materiales”. Cuando ponemos las cosas materiales en el centro de nuestras preocupaciones nos vemos envueltos en algo adictivo.

Debido a que los bienes materiales no satisfacen el hambre espiritual, me convenzo de que necesito más de ellos para estar contento. Entonces me esfuerzo y trabajo para obtener cosas más lindas—autos, casas, televisores, ropa— y luego me doy cuenta de que esas cosas no me satisfacen. Y así me esfuerzo más y más, y el ritmo continúa. 

Por lo tanto, cuán feliz sería si fuese pobre, desprendido de las cosas materiales, finalmente indiferente a ellas.