Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús se encuentra enseñando en la sinagoga de Cafarnaún. Una de las cosas que viene a realizar es enseñar, ya que en la misma raíz de nuestros problemas y sufrimientos hay una poderosa oscuridad de la mente. ¿Qué habrán sentido aquellos que estaban en la misma sala con Jesús? “Todos estaban asombrados de Su enseñanza, porque hablaba con autoridad y no como los escribas”.
Estar “asombrado” es una palabra bastante fuerte. Tenemos que entender su significado en el tiempo. Cuando un rabino judío hablaba, él hacía referencia a su maestro—otro rabino—quien a su vez había aprendido de otro rabino, y él de otro y así continuaba. Finalmente, se hacía referencia, implícitamente o de algún otro modo, a Moisés, quien había recibido en el Monte Sinaí la palabra y los Mandamientos de Dios.
Lo que hace que la enseñanza de Jesús sea tan sorprendente—además del contenido, que por sí mismo impresiona—es la manera de enseñar. Él no apela a mencionar “este u otro rabino” para finalmente llegar a Moisés. Él enseña desde Su propia autoridad. La palabra Griega que se usa aquí puede ser instructiva (exousia), y quiere decir “desde su propio ser”. En Su vida pública, Su presencia es, dice Chesterton, como un rayo que ilumina.