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Amigos, en el Evangelio de hoy, Jesús realiza un enérgico llamado a los fariseos (y a nosotros) a cambiar sus corazones y comportamiento.

San Agustín define el pecado como incurvatus in se; esto significa lo que hemos “cedido alrededor nuestro”. Estar en pecado es estar “cediendo” con relación al ego y sus pequeñas preocupaciones. Cuando el Señor dice: “reforma tu vida”, se refiere a alejarte de esa mentalidad para convertirlo a Él en el centro de tu vida.Debemos saber e intuir lo que está mal en nosotros; debemos mirarlo de frente y reconocerlo con una honestidad inflexible. Sin este viaje a nuestro propio infierno interior no sentiremos la urgencia de cambiar nuestra forma de ser y ver. Debemos despertar a lo que es divino en nosotros, lo que es rico e inquebrantable, lo que está unido al plan salvífico de Dios. Sin este claro sentido caeremos en la complacencia y veremos a la metanoia como, en el mejor de los casos, una cruel ilusión.