Please ensure Javascript is enabled for purposes of website accessibility

Amigos, nuestro Evangelio de hoy es acerca de la parábola de la cizaña en medio del trigo. La palabra de Dios creó la Iglesia, la comunidad de aquellos que se esfuerzan por edificar el Reino. Pero la Iglesia nunca es absolutamente pura y sin trabas, porque los caminos de Dios son contrariados por un poder espiritual, un enemigo. Su tarea es sembrar cizaña en medio del trigo —clandestinamente, sigilosamente, discretamente.

Esta especie de acercamiento entre el bien y el mal es esperable. La Iglesia siempre será un lugar de santos y pecadores, y los pecadores a menudo parecerán santos. El enemigo de la Iglesia, que nunca descansa, se asegurará de ello.

La vigilancia con respecto al mal es necesaria en un mundo caído; sin embargo, debemos ser cautelosos con el celo que, con la pasión por arreglar las cosas, llega a creer que el mal se puede tratar destruyendo lo que es bueno.

En medio de un mundo caído, lo que se espera de nosotros es que vivamos con la esperanza de que al final, en el momento de la cosecha, el Maestro separe lo bueno de lo malo.