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Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús nos presenta dos parábolas más sobre el Reino de los Cielos. En la primera parábola escuchamos que “el Reino de los Cielos se parece también a una red que se echa al mar”. Aquí el Reino de los Cielos viene por nosotros. Esta es una imagen escatológica, Dios en el arreo final del mundo, en el momento de la conclusión de los tiempos. ¿Cuándo sucederá esto? No lo sabemos. ¡Pero debemos estar preparados! Y estar preparados significa conformar con las reglas de Dios.

En la segunda parábola nos dice que: “Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo”. Jesús sabía que Sus enseñanzas y ministerio eran, en gran medida, una continuación de lo anterior.

Al mismo tiempo, Él sabía que Su persona y predicación representaban algo nuevo y sin precedentes. También lo sabían los conocedores de las tradiciones del Reino de Dios, la herencia de la fe. Y aquellos ilustrados en el Reino también sabían que el Espíritu estaba obrando nuevas cosas. Por lo tanto, debemos estar abiertos a lo que Él quiera mostrarnos.