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Amigos, en el Evangelio de hoy el Señor sana a un paralítico luego de haber perdonado sus pecados. Las palabras iniciales de Jesús a este hombre paralítico son: “Tus pecados te han sido perdonados”. ¿Por qué Dios perdona nuestros pecados? Porque Dios nos quiere vivos, quiere que nos movamos; nos quiere en acción, tomando conciencia de lo que podemos ser.

Jesús viene a liberarnos para que tengamos una vida más profunda, para abrirnos un nuevo futuro. El pecado es una negativa a vivir de acuerdo a los propósitos y deseos de Dios. Nuestra obsesión con los pecados pasados nos paraliza. Dios se opone a esta obsesión con el pasado porque nos inmoviliza.

Puedo dar muchas vueltas pensando en mis pecados del pasado a tal punto que finalmente me quedo paralizado, incapaz de moverme. “Tus pecados te son perdonados” es otra forma de decir: “No te dejes paralizar por los pecados que sin duda te preocupan mucho más de lo que preocupan a Dios”.

Después de decir que los pecados le han sido perdonados, Jesús dice: “Levántate, toma tu camilla y vete a casa”. Así es como funciona: Primero viene el perdón de los pecados, y ese es un poder liberador en nosotros. Ahora puedo vivir para el futuro.