Amigos, hoy celebramos la solemnidad de la Natividad de San Juan Bautista. Desde tiempos inmemoriales, Dios ha enviado mensajeros, profetas y portavoces. Piensa en toda esa línea de profetas y patriarcas de Israel.
Juan el Bautista reúne a todas estas figuras. En el Evangelio de Juan, el Bautista se identifica a sí mismo como “una voz que grita en el desierto: Allanen el camino del Señor”. Lo que Juan señala es que Jesús no es una figura bíblica más. Es alguien completamente diferente, no solo transmite la Palabra sino que es la Palabra misma.
Estamos destinados a la unión con la Palabra de Dios, pero no la entendemos. ¿Por qué corremos atrás todo menos atrás Cristo? Porque hay algo realmente fuera de lugar en nosotros. Pero aquí están las buenas noticias del Evangelio de Juan: “Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios”.
No podemos entender esto por nuestra cuenta. Dios tiene que levantarnos. La Palabra de Dios, con un Dios presente desde el principio, no permanece en un espléndido aislamiento. Baja, se une a nosotros y nos levanta. Esa es la esencia del mensaje cristiano.