Amigos, el Evangelio de hoy es sobre el Sermón de la Montaña y el Señor nos ordena amar a nuestros enemigos.
¿Cuál es la prueba del amor? Jesús no pudo haber sido más claro cuando en el discurso pronunciado la noche antes de morir dice “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos”. Si el amor es estar dispuesto al bien del otro, en cuanto otro, esta tiene que ser la expresión más plena, la última palabra, de ese amor.
Hay otra forma de demostrar este amor que es amar a los enemigos, aquellos que no quieren o no pueden dar nada en retorno. Esto también tiene lugar en la Cruz de Jesús. Judios, romanos, fariseos, saduceos, y hasta sus propios discípulos —todos lo traicionan, huyen de Él, lo niegan u organizan activamente su muerte. Y, sin embargo, estas son las mismas personas a las que ama, las mismas personas por quienes da su vida.
La prueba final es lo que hace Jesús cuando regresa de la muerte. A las mismas personas que contribuyeron a su muerte les dice: “Shalom”. Así es como somos amados; así es como debemos amar. Todo lo demás es algo secundario.