Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús promete enviar al Espíritu Santo para guiar a la Iglesia a través de los tiempos. “Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora. Cuando venga el Espíritu de la Verdad, Él los introducirá en toda la verdad”.
Jesús es el Hijo, es Dios, y es imposible para nosotros interpretarlo adecuadamente por nuestro propio poder de percepción. Necesitamos un pedagogo divino a través del cual entender lo que nos dice el Padre. Este es el abogado al cual llamamos Espíritu Santo.
Las palabras del Evangelio de hoy son extremadamente profundas ya que hablan no solo de la vida interior de Dios sino también de una dinámica central en la vida de la Iglesia. El Padre, a través del Hijo, habló en plenitud acerca de Su vida, Su ser y la verdad, pero la Iglesia, en sus primeros días, era incapaz de asimilar esto completamente.
Lo que requería (y todavía requiere) es la influencia continua del Espíritu, el intérprete divino de la Palabra, que hace su trabajo de manera gradual y poderosa a medida que la Iglesia viaja a través del espacio y del tiempo.