Please ensure Javascript is enabled for purposes of website accessibility

Amigos, en el Evangelio de hoy, Jesús explica por qué sus ovejas lo escuchan y lo siguen. Lo hacen porque Él las está conduciendo a la vida eterna. 

Él dice: “Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos”. La vida del Cielo, donde “no perecerán jamás”, es ese lugar donde la muerte y la enfermedad no tienen poder, donde veremos a Dios cara a cara. 

El Cielo y la tierra siempre están conectados en la imaginación bíblica; es verdad. Pero el Cielo nunca debería reducirse a la tierra, como si la religión se tratara solo de la ética mundana, la justicia social o el bienestar psicológico. No, la fe cristiana es un viaje más allá de este mundo hacia la Jerusalén celestial. 

Todo en la vida cristiana, desde nuestro comportamiento ético hasta la oración, la liturgia y las obras de justicia, todo está destinado a conducir a ese fin. Así que escucha la voz del pastor y síguelo a donde quiera que vayas.