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Amigos, la imagen de Dios como pastor es un clásico de la Biblia. En el libro del profeta Ezequiel, escuchamos que Dios vendrá un día a pastorear al mismo Israel. Los pastores custodiaban, guiaban, protegían y velaban por sus rebaños, así como Dios guarda, guía, protege y vela por Israel. 

Esta imagen adquiere una expresión culminante en las palabras de Jesús: “Yo soy el buen pastor”. ¿Qué es precisamente lo que lo hace bueno? Un buen pastor da su vida por las ovejas. El buen pastor está tan orientado hacia los demás, tan devoto de sus ovejas, que está dispuesto a entregar su vida para que ellas puedan vivir. 

Claro, un buen pastor debería hacer todo lo que pueda para proteger y guiar a su rebaño, pero ¿quién de nosotros esperaría realmente que diera la vida? Pero esto es precisamente lo que Jesús dice. 

Imagínese la diferencia entre humanos y ovejas; ahora, multiplique esa diferencia infinitamente. Eso te dará una idea de la diferencia entre Dios y la humanidad. Y, sin embargo, Dios está dispuesto a dar su vida por personas como nosotros.